Las orondas figuras de RAMÓN ASTRAY son irónicas y descaradas, recreando un mundo en palabras de EVA VÉREZ, “tan agobiante y falso como divertido y auténtico”
Poblado de enigmáticas máscaras, arquetipos que identifican por igual una escena popular que una histórica o mitológica, y donde el sentido de la caricatura y lo grotesco adquieren un profundo significado como reflejo y crítica de los diversos comportamientos humanos.
Sus figuras desproporcionadas, de formas redondeadas y trazadas desde una concepción casi totémica próxima a lo escultórico, que parecen trascender el lienzo para dominar el espacio exterior. Desde el punto de vista compositivo apenas construye perspectivas; en su lugar, el espacio se estructura a partir de una línea cerrada resultando composiciones compactas y abigarradas, a modo de altorrelieves constreñidos por los límites del lienzo, lo que convierte a la superficie del cuadro en medida del espacio.
Una parca y desvaída paleta, que no exenta de matices en la gama de los ocres y tierras, demuestran que el color no es uno de los elementos que más le importen. En oposición a esto valora mucho más el dibujo, la línea e contorno, de firme y elocuente trazo, obedeciendo a una muy personal caligrafía para diseñar formas duras y sinuosas pero de gran vitalidad expresiva.
Ana Vasco
Casa de Galicia. Madrid, noviembre 2000