Carmen Prieto Carrasco

LA VISIÓN EXPRESIONISTA DE UN NUEVO REALISMO

La pintura de Ramón Astray comporta una honda mirada expresionista hacia un pasado histórico que se encuentra latente en el ARTE GÓTICO EUROPEO. Su interés por las formas y manifestaciones de este periodo, infunden a su obra esa característica de dibujante que más que componer con unas formas planas encerradas por el recorrido de la línea se adentra en lo volumétrico e incluso en lo escultórico tal y como era concebida la escultura para las catedrales en esta edad del arte.

Además, sus temas, casi todos discursos recurrentes sobre otras imágenes ya sean históricas, como en el caso de las batallas de moros y cristianos o en el retrato de NAPOLEÓN, ya sean de contenido popular, como en el caso de sus PROCESIONES o FERIAS, son la pantalla que oculta un sentido irónico e incluso sarcástico sobre ciertas realidades ocultas que, asimismo, le aproximan a aquellas actitudes que los expresionistas alemanes, grandes conocedores de la realidad social interior, adoptaron convulsionando la pintura de principios de siglo.

Asomarse a esta forma de conocimiento es una de las tareas que este pintor se propone con enorme simplicidad de elementos pictóricos, ya que una de sus cualidades es la sobriedad de color que, por otra parte, somete a una densa escala tonal. Autores como, el BOSCO, BREUGUEL, VAN EYCK, o GRUNEWALD se asoman como un eco lejano por la expresiva obra de RAMÓN ASTRAY hasta conducirle por la senda de los expresionistas, maestros de la línea y la xilografía, como ENSOR, KIRCHNER e, incluso, a todos los componentes del grupo DIE BRUKE a los que con su modo de hacer puro el color convoca en un solo lienzo.

De su visión personal sobre el gótico gallego, RAMÓN ASTRAY, absorbe todo ese lenguaje plástico en que el espacio se compone a partir de una línea cerrada, de la potenciación de las formas y de un cromatismo que se manifiesta en su escala más acentuada a partir de óxidos y tierras. Si cabe, para este artista, todos estos componentes, han de quedar en función de un mensaje simbólico, oculto tras esa sensación de gran máscara que el pintor concede a sus obras. El resultado, técnicamente hablando, son unas composiciones fragmentadas, en que las partes se suman hasta componer la totalidad de una sensación de imagen, casi, arquetípica.

La impresión que produce a la mirada, es la de desnudar ciertas verdades que se nos muestran como necesariamente impuestas. Con ello, RAMÓN ASTRAY, se enfrenta a los cinismos de la herencia cultural, a las mentiras históricas, e incluso epopeyas en las que santos como el Apóstol Santiago aparece en su caballo; a la vez, construye unos lienzos en los que se plasma la acción impulsiva con la que va disponiendo por el plano pensamientos, estados de humor y concepciones.

En cuanto a su pincelada, muy compacta y vigorosa, diremos que RAMÓN, es capaz de capturar y detener un tiempo que ya es memoria y que permanece dormido en las estampas y reproducciones de los libros de historia. Sin embargo, debido a esa misma vigorosidad expresionista, su pintura se muestra bajo el de un estallido capaz de haberse fundido con la naturaleza del ser humano. Pues al igual que los artistas medievales antes mencionados, juega con el significado de la maximización y la minimalización de las formas, unas veces de opulentas curvas, otras convertidas casi en miniaturas de una realidad aún existentes en pueblos y ciudades de la autonomía gallega. Las imágenes que acompañan esta exposición así lo testimonian con sus formas agudas, sus miembros desproporcionado, agrandados y unos ritmos compositivos que alcanzan un alto grado de agudeza y violencia.

En la obra de joven pintor, la línea es la reina contenedora de todas cuantas características pudiéramos mencionar sobre su obra, pues aunque poderosa no pierde la sinuosidad de las curvas, sino que, más bien, estas se emplean en la estructuración de las formas las cuales evolucionan hasta sus estados más complicados : elipses, ovoides, parábolas e hipérbolas construyen en gran parte el esqueleto interno de sus figuras tanto desnudas como uniformadas y con las que ahonda en la fragilidad del destino humano. Por otra parte, como un oculto laberinto, ASTRAY enlaza las líneas maestras – sustentadas en todo tipo de rectas – en un ritmo que se quiebra por la superficie del lienzo para otorgar fluidez a la preponderancia de las curvas que casi se hacen visualmente barrocas.

Este modo de construir las figuras – que está tomado claramente del gótico y posteriormente del expresionismo – , concibe la construcción de las formas de un modo tangencial; pues (con el uso de la línea como frontera) las coloca encajándolas unas al lado de otras sin necesidad de suavizar las partes y las aristas que se producen con esta disposición que, a su vez, tanto recuerda a las vidrieras de las catedrales góticas. En cuanto al color, el pintor simplifica los matices en pro de una combinación de calientes que funcionan por la permanencia del negro y de los fríos, ya sean azules o grises. Esto confiere a sus cuadros un aspecto pétreo lo que quizá recuerda al espectador la sensación de que las imágenes han sido de extraídas de algún monumento.

Finalmente, por otra parte, habría que apuntar aspectos de mensaje y de estilo que se manifiestan en estos lienzos y que dicen mucho de la gran admiración que este autor siente por otro grupo de expresionistas que en Galicia marcaron un hito histórico – casi paralelo al del expresionismo alemán – desde luego la pintura de RAMÓN ASTRAY perdería uno de sus grandes referentes sociales si no se mencionase a la GENERACIÓN DE LOS RENOVADORES, con los cuales coincide en algunos puntos de inflexión, tales como el empleo del dibujo, la sobriedad de colores, la redondez de las formas o el recurso a temas sociales y populares que tan magistralmente plasmaron en sus lienzos JOSÉ OTERO ABELEDO, LAXEIRO y MANUEL TORRES.

En lo que respecta al mensaje existente en los cuadros de esta joven promesa de la pintura gallega, hay en ellos un humor irónico, de un realismo casi cruel y que el pintor absorbe conscientemente del último grupo de expresionistas alemanes, que configuraron la “Neue Sachlinchkeit” o Nueva objetividad tales como OTTO DIX o GEORGE GROZ. A partir del primero, RAMÓN ASTRAY establece un nuevo nexo e incluso logra plantear sus cuadros como escenografías en las que se reflejan los vicios humanos, los desastres de la guerra, o la competición por el poder como una sagaz crítica respecto de las costumbres impuestas por la tradición y que llegan a perder su contexto de actualidad. En esta iconografía el sentido de la caricatura y de lo grotesco alcanza un profundo sentido dramático, – elemento este que aparece, incluso, en lienzos más tiernos y humanos como son los retratos de amistades, de mujeres y parejas.

Carmen Prieto Carrasco.
Marzo 1999.