Jaime Galdeano

El 6 de febrero de 2006 las puertas de la Casa de Galicia en Madrid se abrieron para acoger la exposición de Ramón Astray. Sorprendente. Unitaria. Cromática. Personalísima. Un universo único que bien podía estar e cualquiera de las fabulosas salas que visitó Alicia entre conejos que hablan y gusanos fumadores. La obra de Ramón está succionada desde la médula de lo maravilloso.

Después de tanta pintura que copia malas fotografías trasladado torpemente errores de paralaje, efectos de barril, y el aplastamiento de perspectivas de los teleobjetivos, nos encontramos con pintura; pintura creativa, pintura con las ideas pláticas concebidas en la Edad Media e interpretadas con las galas de lo contemporáneo.

Mi amigo el poeta e historiador Carlos Pereira, con la elegancia del exquisito saber, dice del artista: Desde su caverna iniciática en la que reverbera la música sinfónica del atlántico, desde su atanor alquímico de Fortesende, lugar que nos evoca la huella germánica en Galicia, Ramón Astral, druida del Arte, ave fénix, expande su energía creadora por los caminos del Universo.

Jaime Galdeano