El arte de pintar los sentimientos
Ramón Astray (A Coruña,13 de noviembre de 1964) fue un niño que quería ser músico hasta que un día descubrió que para lo que había nacido era para pintar. Es un creador extraordinariamente prolífico, que incursionó en casi todos los géneros (y en casi todos dio muestras de su genio); un auténtico ‘animal pictórico’ que conoce como muy pocos de su generación los recursos expresivos del arte. Y aunque se preparó con buenos artistas, como Mariano Patiño o Marcial Ortiz, su talento le vino del viento. Porque es un autodidacta. Este hombre, casado y padre de una niña de 13 años llamada Sofía, disfruta más que vive en su casa de Fortesende (Loureda), donde nacieron sus abuelos Ramón y Santiago. Estudió en el colegio Salesianos de A Coruña, en el instituto de Elviña y en la Escuela de Artes y Oficios.
La paleta de Ramón Astray es, según se define, <muy particular>. Se alimenta de absolutamente todos los colores, sin preferencias por uno en particular. Porque pintar <depende del estado de ánimo>. Las sensaciones en su obra las transmiten los colores que dan vida a las escenas que elige para expresarse. Él mismo lo dice: <Se pueden tener ideas quiméricas, imaginarias, sin fundamento, abstractas, pero las posibilidades que entrañan las líneas, los volúmenes y los colores han de obrar en la sensibilidad e inteligencia humana. La imitación sin conocimiento e involucraciones por parte del autor conducen irremediablemente al absurdo>.
La crítica Carmen Prieto considera la sorprendente obra pictórica de Astray como «a visión expresionista dun novo realismo», que revalida el arte gótico europeo y «penetra no volumétrico e mesmo no escultórico, tal e como se concibira a escultura para as catedrais nesta idade da arte». Es más: asimismo se aproxima, por otra parte, a «aquelas actitudes que os expresionistas alemáns adoptaron convulsionando a pintura». En fin, Prieto Carrasco relaciona concretamente la obra de Astray, tanto con la «Generación de los Renovadores Gallegos» -Laxeiro y Manuel Torres-, como con la «Nueva Objetividad» alemana de Otto Dix y George Groz.
Joan Luis Montané ,miembro en Madrid de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, alude a sus paisajes, «que son simbólicos, que constitúen claramente unha alegoría», tras haber calificado al artista, efectivamente, de «evocador de soños».
Ramón Astray posee una fértil imaginación, una original mirada que proyecta sobre la realidad cotidiana para devolverla transformada, más alla de sus constreñidos límites objetivos, potenciando su expresividad y fuerza evocadora. Admirador del románico y los artistas alemanes del período de entreguerras, esta concepción mental de la expresión artística tiene el correspondiente reflejo en su producción, que se aleja de la manifestación sensible del medio para adentrarse en los recovecos del alma y el espíritu que subyace en la materia. Introspección e indagación, un camino que hacer de la mano del pintor. Partiendo del dibujo, da forma a personajes que semejan esculturas, que una vez quisieron ser monumentales esculturas de piedra cuya esencia quedó encerrada y reducida en las dos dimensiones del lienzo. sensación reforzada por el cromatismo pétreo que huye de los colores intensos, reduciendo la realidad captada a un plano de cierta distancia. Descompuestas las moles en campos casi geométricos donde las formas se desmaterializan, la luz desaparece como elemento de modelado para frenar la reconstrucción visual del espacio. Este efecto se potencia con una abigarrada composición donde se entremezclan y casi confunden personajes y motivos, esencia de la concentración expresiva, manifestación de la proyección interior inquirida.
Rostros como máscaras primitivas cuyas facciones perturban al visitante. Lienzos frente a los cuales el ánimo cambia de estado y sentir, reflexionando en su superficie sobre temas con añejo sabor a tierra. la misma con la que da cuerpo a la superficie, apoyándose puntualmente en la materia para sugerir rugosos valores táctiles acordes con la esencia de la pintura.
Antes de dedicarse a la pintura, fue músico. Ahí está su legado en aquel grupo que creó en su juventud llamado Plátano – no. De aquella etapa conserva su afición a componer y a tocar la guitarra. Jamás toca canciones de otros. Lo que le divierte y le colma es escribir una letra, ponerle melodía y tocarla. Se olvida del tema y vuelta a empezar. Y si no toca la guitarra, pinta. Porque la pintura es su vida, su sustento y su afición.
Impresiona verdaderamente su lista de exposiciones individuales y colectivas desde los años 90. Así como sus trabajos y participaciones en diferentes encuentros y ferias de artistas dentro y fuera de España. De sus exposiciones individuales caben destacar las siguientes: 2012- Galería de arte Visol. (Ourense). – 2011 Galería 1º planta (A Coruña) y Galería Cervantes (Oviedo). .2010- Liceo de Noia y Casino Atlántico (A Coruña). 2009- Galería Monticelli. (Gijón) y en el Concello de Sta. Comba. 2008- Sala Aurelio Aguirre (A Coruña). 2007- Galería Sol Bartolomé. 2006- Casa de Galicia. (Madrid) y Museo Do Xacemento romano de Cambre). 2005- Museo Manuel Torres, Galería Be Truth y Maharaya (Japón). 2004- Museo Elisa Cendrero ( Ciudad Real). 2003- 2002-Antiquarius, Philip Patrick antiques y The Hogarth Healt Club (Londres).2001- Virage y Americo Tavar (Porto – Lisboa). 1999- Sala Teucro, Biblioteca Pública Miguel González Garcés, Ateneo de Ourense y Biblioteca Pública de Lugo.